A vueltas con la resaca de los días. Una resaca que no obedece a espirituosos varios; es eco de presencias, de cariños, de reuniones sin mirar el reloj y noches de velar terco.
Tranquilidad ahora, para reposar lo sentido. La intuición de que el año que se desliza despacio, será tiempo de tomar algunas decisiones importantes, en lo que a mí compete.
Recuerdo la noche de Reyes. Una mezcla de nostalgia por ese territorio que Capote define como de "absoluta felicidad"; que no es otro que el de la infancia. Sea así, por la falta de responsabilidades, por el entusiasmo y por la firme creencia de que lo mágico es posible.
Mercedes se ha comprado una furgoneta, una de esas antiguas de los 60 VW. Amigos cercanos desestiman tal decisión , bajo el razonable argumento de que no la necesita. Pero bajo ese mismo prisma, podríamos prescindir de mucho de lo que nos rodea. No necesitamos tantas prendas, ni tanta tecnología , ni casas tan grandes. No es un pasaporte a los momento felices, en su esencia.
Nos hemos olvidado de una cuestión primordial: ese vehiculo le hace ilusión. Por ser promesa de excursiones improvisadas, de un viajar lento. De detenerse allí donde plazca y compartir un atardecer a la orilla del mar.
El mejor regalo y lo que nos resta de ese territorio de la niñez, es esa verdadera ilusión que trasciende lo práctico. El niño toma ese avión de juguete y es cierto que vuela en un imaginario poderoso. El adulto que no se ha olvidado de esa parte que tiene dentro, también sabe volar.
Martin Garzo escribió un hermoso artículo (*) al respecto. Es triste descubrir que los Reyes son los padres...y ese dato manifiesta una de las primeras decepciones. Un paso iniciático hacia la vida adulta. Sus Majestades de Oriente forman parte de una bella historia, que los padres cuentan a sus hijos, mientras éstos atienden embelesados.
"¿Deben seguir contando historias así los padres a los niños?. Sí, incluso áquellos que piensan que a los niños hay que decirles siempre la verdad. La razón nos dice cómo es el mundo y nos ayuda a descubrir las leyes que lo rigen; pero no nos dice por qué estamos aquí. Y si nuestra vida tiene o no algún sentido. ¿La razón?. Nuestra vida no cabe en una casa tan pequeña, por eso necesitamos ficciones que nos premitan ampliar el campo de lo posible. Y lo que regalamos a los niños la Noche de Reyes, es una ficción que habla del amor y sus tímidas locuras. Una historia es el lugar donde se formula una promesa. Si las criaturas de los cuentos nos conmueven es porque son una metáfora de nuestro corazón anhelante. "
(*El País, domingo 3 de enero 2010).
Todos los niños sueñan e imaginan. También los que viven en países sumidos en la pobreza. Un crimen es robarles esa niñez y arrartrarles a través del horror y la miseria a un territorio sin ilusiones.
"Erase una vez..una estrella que vivía a 160 millones de años luz. Pese a la distancia, me iluminaba cada noche y acompañaba mi sueño....."