"Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", podría ser una antigua proclama premonitoria del laicismo. Creo que las creencias - para quienes las profesan- y sus prácticas deberían formar parte del ámbito privado. Y ser coherentes. No me importa de cuál se hable. Cada una tiene sus ritos y sus manifestaciones públicas. Tan extraña puede resultar la danza interminable de los derviches, como el paso silencioso de un nazareno en una remota procesión de un pueblo zamorano.
Resulta complicado viajar estos días por España, sin encontrarse con una de estas procesiones, que adquieren formas muy diferentes según la zona. Se impregnan del caracter de las gentes y se convierten en un hecho interesante de observar, aunque sea desde un punto de vista antropológico.
Me impresionó Calanda y ese ruido atronador que podía escucharse kilometros antes de llegar a la población. Eran los tambores.
Desde mi curiosidad adolescente, pregunté a mi profesor de historia de dónde procedía esa tradición. Parece que todos los cultos han celebrado actos similares. Pero tal y como las conocemos hoy, deberíamos acercarnos al periodo barroco , época de crisis y descrédito. En un momento de menor afluencia de feligreses a los templos, la Iglesia decide salir a la calle. De forma sintética : una estrategia reversible de áquello de "Mahoma y la montaña".
Este año vuelvo al pueblo e iré la noche del viernes a una de las procesiones más emotivas y sencillas que conozco. No tiene nada de espectacular. Se llama "La Soledad" y sólo salen mujeres - a excepción del párroco y un par de organizadores-. Mujeres de todas las edades, vestidas de calle, llevan a la Virgen por turnos. Cualquiera puede ir. Es la única que pasa por el casco antiguo, entre las calles estrechas de la juderia. Tan sólo, un reguero de velas y un murmullo "Ora pro nobis". Mi amiga Nuria, sindicalista de pro, dice que a ella siempre le emociona. "Es como una versión del 8 de Marzo". En esa noche, son muchos los credos y las ideologías que se mezclan.
No muy lejos, volverán un año más las turbas a gritar !tambores!. Con su "cara y su cruz".
A ver si se aprecia la ironía del asunto....