
El libro se inicia con unas lineas prometedoras. Algunos aspirantes a esto de la escritura, venderían su alma por un comienzo para la eternidad. Siempre me gustó éste, de Nabokov:
"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.".
En cada relectura y de forma invariable, la punta de mi lengua recrea la invitación sellada en el nombre. Cuando un término me gusta, lo paladeo despacio hasta adquirir conciencia de su íntima arquitectura. He descubierto que la fonética tiene su propia seducción, en apariencia casual e inocente. Invito a mi amante a tomar al asalto el abecedario. Y degustarlo. Descubrimos las sugerencias de la "l", en lascivias, locuras, libidos, licantropías.....
El corazón, un poco más romántico a pesar de ser lunes, me recuerda que siempre renombramos a nuestros amores. Una manera de intimar con ellos, para que se queden en la memoria.
Qué cosas. Y ahora, invito a café.
Como gusten.
"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.".
En cada relectura y de forma invariable, la punta de mi lengua recrea la invitación sellada en el nombre. Cuando un término me gusta, lo paladeo despacio hasta adquirir conciencia de su íntima arquitectura. He descubierto que la fonética tiene su propia seducción, en apariencia casual e inocente. Invito a mi amante a tomar al asalto el abecedario. Y degustarlo. Descubrimos las sugerencias de la "l", en lascivias, locuras, libidos, licantropías.....
El corazón, un poco más romántico a pesar de ser lunes, me recuerda que siempre renombramos a nuestros amores. Una manera de intimar con ellos, para que se queden en la memoria.
Qué cosas. Y ahora, invito a café.
Como gusten.