Esta mañana, al despedirte de mí, me has lanzado un beso.
El autobús arrancaba y nos hemos mirado largo. Como nos gusta hacerlo. En el instante en el que desaparecías de mi vista, me has dedicado ese gesto al aire. Sonriendo, he seguido la trayectoria de ese, mi beso.
Primero, ha volado alto para tomar impulso y caer sobre mí. Después, ha ralentizado su curso para llegarme como una caricia. Cuando casi rozaba mis labios, un remolino de aire lo ha raptado en su caos de hojas otoñales y demás partículas urbanas.
Lo he visto alejarse en alboroto ascendente. Ni idea dónde van los besos que no se dan.
Siempre me ha gustado "crecer", para alcanzar todos los besos. No perder ni uno...salvo el de la traición; aunque si me lleva a un dulce infierno...quién sabe.
En este pensamiento...ha sonado mi despertador. Las 8.30.
Me gustan los viernes.
2 comentarios:
Mr. BlogSpumoso tiene toda la razón. Como te he comentado en persona alguna vez, la Web tiene sobrecarga de lirismo de carpeta de instituto.
¡Mujeres del mundo que escribís blogs! ¡Recordad! ¡Vuestro Blog no es vuestro diario íntimo! ¡Lo lee gente (o lo intenta, por lo menos)! Tened compasión de ellos y no hagáis ñoñeces.
Para aquellos impacientes que leen los comentarios antes que el texto (como las críticas antes de ver la peli), resumiré esta entrada en cinco palabras:
"hoy me he levantado caliente".
El probema de mis besos es que no van en autobús; los míos cogen un avión.
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