Una de las cosas que me gustan del verano es su capacidad para seducir. Y dejar a la improvisación un amplio margen. Huele el tiempo estival a espontaneidad.
Fuí al concierto de Eliane Elias, que colgó su cartel de : completo. Una delicia esta mujer; nos regaló casi dos horas de bossa teñida de jazz. No paró de sonreir frente a su piano y de lanzar guiños cómplices a sus músicos. Es un privilegio asistir a esos momentos, cuando ves que alguien disfruta tanto de lo que hace. Se revela imagen, el puro placer.
Después, incursión hacia otro lugar de la costa. Quedarse allí una jornada más, sin pensar, sin planificar. Desconectada del mundo.
Como me gusta decir: llenando las púpilas de azul.
2 comentarios:
De rebote recojo uno de esos besos que lanza Vd. al aire y le mando otros ... discretos y atrevidos.
¡¡ Querida...Felicidades en el día de su santo !!
...
Lo de discretos y atrevidos, um. Los recojo y me pregunto quién anda detrás de tanto anonimato. Despistada estoy, !!!!pardiez!!!
Amplia sonrisa.
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