Bitácora sincopada. Una habitación llena de pensamientos y momentos.

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Valencia, Vanuatu
Situación: 39º28´20.85¨N/ 0º23´.01.69¨O Lo que me apetece decir, ya lo expreso aquí, a ratos. A tiras, de un tirón, a trompicones, con inspiración diletante. Partes de mí, de las muchas, antes de que se deslicen entre mis dedos, como esa espuma.....guiño a B. Vian.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Días de púrpura.

"Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", podría ser una antigua proclama premonitoria del laicismo. Creo que las creencias - para quienes las profesan- y sus prácticas deberían formar parte del ámbito privado. Y ser coherentes. No me importa de cuál se hable. Cada una tiene sus ritos y sus manifestaciones públicas. Tan extraña puede resultar la danza interminable de los derviches, como el paso silencioso de un nazareno en una remota procesión de un pueblo zamorano.
Resulta complicado viajar estos días por España, sin encontrarse con una de estas procesiones, que adquieren formas muy diferentes según la zona. Se impregnan del caracter de las gentes y se convierten en un hecho interesante de observar, aunque sea desde un punto de vista antropológico. 
Me impresionó Calanda y ese ruido atronador que podía escucharse kilometros antes de llegar a la población. Eran los tambores. 
Desde mi curiosidad adolescente, pregunté a mi profesor de historia de dónde procedía esa tradición. Parece que todos los cultos han celebrado actos similares. Pero tal y como las conocemos hoy, deberíamos acercarnos al periodo barroco , época de crisis y descrédito. En un momento de menor afluencia de feligreses a los templos, la Iglesia decide salir a la calle. De forma sintética : una estrategia reversible de áquello de "Mahoma y la montaña".
Este año vuelvo al pueblo e iré la noche del viernes a una de las procesiones más emotivas y sencillas que conozco. No tiene nada de espectacular. Se llama "La Soledad" y sólo salen mujeres - a excepción del párroco y un par de organizadores-. Mujeres de todas las edades, vestidas de calle, llevan a la Virgen por turnos. Cualquiera puede ir. Es la única que pasa por el casco antiguo, entre las calles estrechas de la juderia. Tan sólo, un reguero de velas y un murmullo "Ora pro nobis". Mi amiga Nuria, sindicalista de pro, dice que a ella siempre le emociona. "Es como una versión del 8 de Marzo". En esa noche, son muchos los credos y las ideologías que se mezclan.
No muy lejos, volverán un año más las turbas a gritar !tambores!. Con su "cara y su cruz". 
A ver si se aprecia la ironía del asunto....

7 comentarios:

Candela dijo...

No me gustan las procesiones, pero me gusta la parte sociológica, histórica o antropológica que las explica, como has hecho tú aquí. No me gustan porque me agobian las masas, los empujones y el no ver más que cucuruchos de nazarenos (desde mi altura natural, que no es mucha). Pero lo mejorcito que recuerdo es "la Aurora" en un punto estratégico del Albaicín, de paso aparentemente imposible, y una saeta desde una voz oculta tras el postigo de una ventana.

Charm, ¿y por qué dices al principio que las creencias deberían quedarse en el ámbito privado?

Nefer dijo...

A mí sí me gustan, no voy a negarlo pero todo con moderación. Pues esa es una de mis procesiones preferidas, de hecho yo era de esa cofradía!

Marcela dijo...

me gustan las procesiones como espectáculo y me impresiona el recogimiento en algunas de ellas. De hecho las que realmente me gustan son las de Zamora y León, quizá son las que mejor conozco también.

Ico dijo...

Como imagen estética puede resultar muy hermosa, otra cosa es la ideología que encierra... por aquí, al lado de la playa te aseguro que sólo sabes de procesiones por algún telediario..

Victoria dijo...

Las emociones poco tienen que ver con las creencias, m�s bien con nuestra historia personal y las historias que nos rodean. La parafernalia de las religiones me asusta sin embargo, yo que amo el teatro, percibo en ellas el climax teatral.

Raquel dijo...

Me han contado de Calanda. Deber ser realmente ensordecedor y, a la vez, alucinante. Nunca fui a las procesiones cuando vivía allí. Ahora, sólo iría a alguna por motivos no religiosos sino como bien dices, sociales, antropológicos, etc.
¿Cómo viviste esa procesión en el pueblo?

Charm dijo...

Agradezco vuestros comentarios, tras días de estar desconectada.
Candela, yo soy partidaria de un estado laico, y de mayor seriedad en todas áquellas manifestaciones que respondan a una creencia. Por otro lado, está claro que las liturgias se han impregnado de costumbres, de historia. Por eso, negarlas también es dar la espalda a parte de un legado. Se puede no ser creyente y saber de iconografía cristiana en el ámbito del arte, por ejemplo. Una cosa no elimina la otra, pero no sé si se entiende así en la actualidad.
Raquel, sólo puedo decirte que áquellos tambores de Calanda sonaban a algo atávico, primitivo...con un sentido casi pagano. Como un trance sonoro, con la sensación de que la tierra iba a abrirse en cualquier momento.
Os diré que, a mi me subyuga la música que tiene un cierto vínculo trascendente. Ya sea una saeta, un Requiem, o la misma llamada a la oración desde un minarete.

Saludos.)

Espumas que han llegado.