
Ese momento emocionante de la infancia, en el que abres el cuaderno recién comprado. Te llega ese aroma a papel nuevo. La superficie virgen, expuesta a la mirada, invita a escribir, dibujar. Lo haces con cuidado, evitando la probable inclinación de las líneas. Casi nunca el resultado es satisfatorio, pero es un comienzo al que seguirán otras tentativas posteriores.
Pasan los años y los cuadernos. Cambian en texturas y formas. Una cierta madurez es confirmada por el abandono del papel cuadriculado, o con renglones. Ya no los necesitas. Ahora los marcas tú, a veces se tuercen, pero son los tuyos. Los que te dictan tus elecciones, aciertos o derrotas. Cambia el tipo de libreta que te acompaña; ya no guarda deberes escolares. Lo que queda pendiente, es patrimonio de ese objeto hermanado con éstos: la seria y puntual agenda. En ella , reaparecen esos renglones que delimitan el tiempo y dan espacio al recordatorio de responsabilidades en ciernes-.
Pero el cuaderno, sigue su rumbo independiente y anárquico. Cómplice en la libertad, te acompaña desde cualquier rincón; agazapado en bolsillo o bandolera. No teme a ningún avance tecnológico. Su victoria es la más rápida de las espontaneidades...y también su encanto. El cuaderno es a las letras, lo que la fotografía a la imagen: plasmar con rapidez el instante que escapa.
Llenos de palabras sueltas, inconexas a veces. Telefónos y unas iniciales. Un poema. Una cita sin autor conocido. Una cita...a no olvidar. Una receta. Un pequeño dibujo. Una página arrancada.
Y así ,se va llenando de pequeñas cosas. Como nuestros días.
Pasan los años y los cuadernos. Cambian en texturas y formas. Una cierta madurez es confirmada por el abandono del papel cuadriculado, o con renglones. Ya no los necesitas. Ahora los marcas tú, a veces se tuercen, pero son los tuyos. Los que te dictan tus elecciones, aciertos o derrotas. Cambia el tipo de libreta que te acompaña; ya no guarda deberes escolares. Lo que queda pendiente, es patrimonio de ese objeto hermanado con éstos: la seria y puntual agenda. En ella , reaparecen esos renglones que delimitan el tiempo y dan espacio al recordatorio de responsabilidades en ciernes-.
Pero el cuaderno, sigue su rumbo independiente y anárquico. Cómplice en la libertad, te acompaña desde cualquier rincón; agazapado en bolsillo o bandolera. No teme a ningún avance tecnológico. Su victoria es la más rápida de las espontaneidades...y también su encanto. El cuaderno es a las letras, lo que la fotografía a la imagen: plasmar con rapidez el instante que escapa.
Llenos de palabras sueltas, inconexas a veces. Telefónos y unas iniciales. Un poema. Una cita sin autor conocido. Una cita...a no olvidar. Una receta. Un pequeño dibujo. Una página arrancada.
Y así ,se va llenando de pequeñas cosas. Como nuestros días.
4 comentarios:
Es muy bonito.
S.C.
Un 'Moleskine' no es un cuaderno cualquiera...
Pero, vale cualquiera, según propósitos. La "moleskine" - marketing aparte- dura mucho. Es un cuaderno todo terreno.
Gracias por asomarte por aquí.....cuánto tiempo.)
Besos.
Admitido, las dos somos unas fetichistas de los objetos de papelería....se me olvidaba. )
Publicar un comentario