Bitácora sincopada. Una habitación llena de pensamientos y momentos.

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Valencia, Vanuatu
Situación: 39º28´20.85¨N/ 0º23´.01.69¨O Lo que me apetece decir, ya lo expreso aquí, a ratos. A tiras, de un tirón, a trompicones, con inspiración diletante. Partes de mí, de las muchas, antes de que se deslicen entre mis dedos, como esa espuma.....guiño a B. Vian.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Los secretos del jardín.

Hay personas que conocen las ciudades por sus monumentos y sus museos. A mí, me gusta descubrirlas por sus jardines; por esos espacios reservados, en los que la botánica hace su magia. Y es cierto, basta nombrar una ciudad que haya visitado, para que me venga a la mente ese espacio recluido y secreto.
Los jardines urbanos tienen la capacidad de desafiar tiempo y espacio. Son paréntesis en la agitada vida mundana.Son un momento para reconciliarse con las cosas esenciales de la vida. Con lo más básico: los sentidos.
Cada jardín puede leerse como un libro. Tiene una historia, un desarrollo; los hay que son producto de una historia de amor. Y todos sus deleites están pensados para seducir en el presente y perpetuarse en el futuro.
Conozco algunas de esas historias, pero no quiero extenderme en ellas en este momento.
Es hermoso que te recuerden, cuando el aroma a azahar se presenta de improviso.
Mi afición a estos espacios procede de Alemania. Viví en una estancia orientada a un pequeño jardín con un cerezo. Lo disfruté nevado en el profundo mes de Enero...y sus pequeños cambios hacia la primavera. Ahí, donde las estaciones son más drásticas, aprendí el devenir del tiempo en la naturaleza. Me supe alegrar con la sencillez de cada pequeña metamorfosis.
En la ciudad, tengo mi rincón. Un claustro, convertido hoy en museo. Basta preguntar por la Iglesia del Carmen. Parece mentira, esa paz en medio del bullicio.


Disfrutad de cada esquina, bendecida con la alegría de la vida que no deja de renovarse. Es un regalo.

Recomendación:
Las mujeres que aman las plantas

Claudia Lanfranconi y Sabine Frank.
Maeva. Madrid, 2009.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay un jardín cerca de mi casa, al que acudo cuando necesito aislarme dentro de un ambiente enriquecedor. Siempre voy a primera hora de la mañana, cuando apenas hay gente. Era parte del patrimonio de una familia que lo dono al patrimonio nacional. Un detalle por su parte. Hace años que lo conozco y siempre recordare la frase de la persona que me lo mostró: “no cuentes que este parque existe, que lo destrozarían”.

Es mi rincón secreto.

Un abrazo

S.C.

Anónimo dijo...

Hay personas que tienen jardines en el alma, espacios verdes y frescos que esconden las puertas de laberintos en los que perderse.

Tal vez un día la descubra por sus jardines, señora...reflejados en el cristal de un brindis de madrugada...tal vez...

Candela dijo...

Dejaste el olor de las plantas y paso lento del tiempo por las hojas, desde que no son hasta que caen. El silencio de un claustro, la nieve sobre un cerezo, la calma y las historias sabidas e imaginadas de los jardines. Te acompaño.

Ico dijo...

yo también viví en Madrid en Bamberg.. pero no la recuerdo como un jardín sino como largas noches de invierno.. me han dicho que el jardín botánico en Madrid es precioso a ver si voy la próxima semana..

Espumas que han llegado.