Bitácora sincopada. Una habitación llena de pensamientos y momentos.

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Valencia, Vanuatu
Situación: 39º28´20.85¨N/ 0º23´.01.69¨O Lo que me apetece decir, ya lo expreso aquí, a ratos. A tiras, de un tirón, a trompicones, con inspiración diletante. Partes de mí, de las muchas, antes de que se deslicen entre mis dedos, como esa espuma.....guiño a B. Vian.

domingo, 1 de febrero de 2009

La vida tiene una forma de hablar.

Esta frase me la regaló una persona a la que tengo en gran estima. Un contacto que crece con el tiempo, de una forma sosegada, tranquila. Quizá ella no se acuerde; pero yo sé, que esa frase es suya. A veces la pienso, e intento escuchar lo que la vida me dice.
Es difícil. Sé que las últimas entradas en este blog, tienen un cierto aire de crítica, quizá de tristeza.
Pero están impregnadas de lo que es parte de mi día a día. De eso trata cualquier bitácora, de anotar los sucesos de la jornada.
Mis días son duales. Una parte del tiempo es mía, la otra está marcada por visitas al hospital.
Detesto ir a los hospitales. Quizá, porque soy consciente de que en esos lugares, lo que importa se muestra desnudo y a veces, muy doloroso. Aunque tengas salud, te enfrentas al sufrimiento ajeno.
Es complicado obviarlo.
Así que, antes de entrar, te armas con lo mejor de tí. Para infundir ánimos a quienes en ese momento lo necesitan. No sólo está la historia que te afecta. Te conviertes en testigo de las historias ajenas.
Tengo experiencia en convalescencias tediosas. En esas durante las cuales , el tiempo transcurre muy despacio, demasiado despacio. Y te limitas a ver la vida pasar, frente a una ventana. Buscas refugio en el libro que lees, pensando que te va a llevar lejos de donde te encuentras. Y cada vez que alzas la vista, te ilusionas con el momento en que todo concluirá y estarás al otro lado de esa ventana. Formando parte del dinamismo que significa vivir, en sentido pleno.
Como enferma de artritis reumatoide, sé muy bien lo que son estas esperas.
Y sé muy bien lo que es la impotencia.
Por eso hoy - y siempre, en estos casos- he llegado al lugar que temo con optimismo. He conseguido dar unos paseos por el pasillo con mi tio. Lo he visto sonreir y bromear con las enfermeras. He sido la única capaz de hacerle entender, que las pequeñas cosas, consumen ese tiempo que se hace interminable. Que a la desesperación, hay que hacerle un "corte de mangas" con trucos. Sencillos.
Y ha sido agradable, al menos, un avance.
Pero no se me olvida que, alrededor, aparte de las cicatrices, se percibe ese miedo en los ojos ajenos. Tiene un nombre: incertidumbre. Y su antídoto: esperanza.
Así ,con estos pensamientos, me he ido a la parada del autobús.
Mientras, caía la tarde en Valencia.
Una tarde de Domingo, lluviosa y fría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y mientras usted se pasea por los hospitales del cuerpo yo ando visitando hospitales del alma, a ver si alguien me inyecta el antídoto de las incertidumbres...

Sigo paseando por los senderos de las cuentas de la vida, apostando por perdedores, jugando al número que nunca toca, invirtiendo en edificios que no se acaban de construir...

De vez en cuando - sólo de vez en cuando- siento la necesidad de cambiarme de planeta...

Entonces - sólo entonces- abro mi mesita de plástico, saco un vaso de usar y tirar y brindo con cava barato, de esos de marca para no recordar, y me sumerjo lejos de la mediocridad...en su blog de perrito verde...

También aquí el domingo es lluvioso y metálico..pero ya no...

Ya sabe...muero por besarla.Perdón!!! Quise decir; muero por VERLA:

Espumas que han llegado.