Soy azul. Si obviamos que el sol ha quemado mi escote.
Este fin de semana, mis pupilas se han llenado de azul, de horizonte infinito. De risas y cariño, de músicas varias. De la alegría de los buenos momentos.
Moraira ha escapado de la depredación y el Mediterráneo se toma un respiro en su costa. Y se vuelve amable. Nos trae los ecos de su memoria....tan antigua.
Mirar, leer....llenarse de mar y de rumor de olas. Entender como el día cambia sus vestidos en colores que nos hablan. Respirar, sentir lo más básico. Sencillo e intenso.
En la despedida de un "hasta pronto", conduzco por primera vez un Mercedes. Hermosa bestia mecánica, negra.
Suave, se desliza en la noche. Nos acompañan Dee Dee, Adriana y otras voces...nos comemos las millas en un suspiro.
Una tentación: demos la vuelta. Viajemos por la noche junto a la costa, allí donde el mar se entrega al océano. Seamos siempre, líneas paralelas, las que no se tocan. Pero se miran.
Viajemos hasta Cádiz.
En unas horas...pescaito frito y un recuerdo de la que llaman "La Habana".
Sería una locura.Hermosa, al fin y al cabo. Como son todas las buenas.
Y el poeta nos devuelve al Mare Nostrum:
"Conserva siempre en tu alma, la idea de Itaca
llegar ahí, he ahí tu destino.
Más no hagas con prisas tu camino
mejor será que duré muchos años
y llegues, ya viejo, a la pequeña isla
rico de cuanto habrás ganado en el camino"
K. Kavafis.
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