Milady.

Llevo una verdadera bitácora en mi bolso. Ajena a tecnologías, a golpe de puño y letra. En franca alternancia con listados de la compra, cosas a no olvidar, frases prestadas o robadas.
No quería que esto se quedase en el tintero. Lleva una semana de espera.
Es para Usted. La mujer elegante, por detrás y por delante. De belleza curiosa, infinita en gestos y palabras. Alentadora siempre en los devenires a través de los cuales, la vida no deja de hablar.
Tiene Usted esa pátina de lo clásico, de lo que perdura. Debería tatuarse una pequeña flor de lis en ese trasero, que debe tener ya condición marmorea, a tenor de entrenamientos caseros.
Es Usted principal, pese a que no le sea propia la condición de alteza.
No puedo llamarla de otra manera: es Milady; aunque no sea My Lady, que suerte saberme en una pequeña porción de su enorme corazón. Corazón que puede morder si se le tienta, ya que es Usted guerrera en muchos flancos. Y con certera punteria.
Es, en definitiva, como esa foto que me envió hace ya tiempo y que es su mejor metáfora.
Fruta madura, brillante, bella. En ella y de verdad, Usted reflejada.
Quería regalarle tiempo, pero no he encontrado la manera de empaquetarlo. Es escurridizo y esquivo, no se deja atrapar.
Y sé lo mucho que lo necesita.
A cambio, una canción que me trae su imagen y ese brindis que nos gusta y al que me adhiero con confesa simpatía: "Por la amistad".